Federica Simongini: «Estudiar y ver muchos partidos». La árbitro italiana explica cuál es el proceso para llegar a arbitrar partidos de pádel
Curiosidad, estudio y mucha pasión. Tres requisitos que no pueden faltar en alguien que, como Federica Simongini, es árbitro de pádel. La italiana comenzó su experiencia como oficial de pádel en 2020, en el FIP Star de Cagliari.
Federica arbitró tenis muchos años antes de pasarse al pádel. Desde un punto de vista teórico, explica, el pádel requiere un estudio real, al igual que el tenis: «Hace tiempo, los caminos estaban separados. Hoy en día, con la creciente popularidad de este deporte, se puede seguir un curso al final del cual se obtiene la cualificación de árbitro de tenis y de pádel«.
Después se convierte en una cuestión de práctica y aprendizaje: «Cuantos más partidos arbitres mejor, necesitas mucha voluntad, y es importante ser siempre curioso, mostrar pasión, hacer preguntas y aprender de los que tienen más experiencia.
Y luego ver todos los partidos posibles, no sólo en el campo, sino también en vídeo. Es un aspecto fundamental para aprender a estar atento a las situaciones más complicadas de evaluar».
Estudiar, horas y horas de vídeo entre el botón de play y el de rebobinar, para entrenar el ojo y el tiempo de reacción en las jugadas más difíciles: «El árbitro está bastante lejos de la pista y algunas pelotas pueden ser un poco difíciles de seguir.
Por eso es importante ver los partidos, y así aprendí a entender si una pelota es buena o fuera y por qué. La práctica ayuda a captar rápidamente los rebotes, la forma en que la pelota sale de la reja«.
Simongini revela cuáles son los momentos más complejos y delicados a la hora de evaluar una situación de juego: «Hay que tener especial cuidado cuando los jugadores salen de la pista, comprobando que no tocan el poste o la red, por ejemplo.
O cuando hacen un x3, el golpe que envía la pelota fuera de la jaula: incluso en ese caso hay que comprobar que todo se hace según las reglas, sin tocar nada con la raqueta o el pie. Aquí también, la experiencia es el ojo».
Dejando a un lado los aspectos técnicos, es la relación bajo la bandera del máximo fairplay lo que Simongini destaca especialmente: «Hay mucho respeto por ambas partes. En general hay mucha honestidad y transparencia, incluso en las bolas disputadas, y eso se transmite al árbitro.
Por supuesto que hay momentos de discusión, una decisión puede cambiar el partido, pero es algo que se queda en el campo. Nunca me ha ocurrido que, tras uno de estos momentos, el jugador en cuestión volviera a protagonizar el episodio en partidos posteriores».
Y a los que quieran convertirse en árbitros, ¿qué consejo les daría? «Como ya he dicho, hace falta mucha pasión, sobre todo cuando se va ascendiendo en el escalafón, yendo de un lado a otro, viendo torneos, dejándose atrapar por este deporte.
Luego, poco a poco, apuntas alto y, por qué no, a los grandes escenarios: por ejemplo, a mí me ha pasado de estar en torneos internacionales pero nunca en el Foro Itálico y espero algún día estar allí también»
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