Estamos en una semana protagonizada por este revuelo por la vuelta al pádel, ilustrado en nuestra web AnalistasPadel día a día y paso a paso. En una de las conversaciones entre dirigentes de federaciones, clubs y asociaciones varias hablo con un amigo. Mi amigo me dice: «Enric, mi hijo un día me preguntó: -papá, ¿por qué nosotros somos del pádel?- y tuve que contarle mi historia».
Mira hijo, el pádel es un deporte casi individual, pero en el que dependes de tu pareja. Eso crea un vínculo parecido al de tu mejor amigo. Sin él no vas a poder superar los momentos adversos. Cuando crees que no tienes fuerzas y que te falta el aire, te giras y ahí está tu compañero para darte ánimo. Si llevas tres puntos fallados él va a venir a chocar tu pala y decirte que el siguiente sí que entra. Cuando el contrario te ha mareado y sacado de la pista tu compañero va a llegar a esa bola imposible para ti. Cuando ganas un partido nunca podrías celebrarlo solo con la misma intensidad. Si levantas un trofeo tus risas vienen acompañadas de las suyas. Sin él la foto estaría huérfana, casi hueca.
Es un deporte estratega, porque hay que tener paciencia y no cometer errores. Pero a la vez es un deporte de acción que requiere un buen estado físico. Cuando golpeas descargas adrenalina. Cuando acabas, tus adversarios normalmente son amigos tuyos antes de jugar el partido. La cerveza puede ser compartida entre cuatro.
Ningún deporte crea estos lazos tan fuertes. En el fútbol divides tus abrazos entre diez jugadores más. En el baloncesto siempre hay alguien que pugna por ser el titular y jugar más minutos que tú. Todos sabemos que en la natación no hablas con nadie. En las carreras no existe la socialización de nuestro tercer tiempo y en el ciclismo libras una batalla contra tu propia mente.
Ese amigo le dijo a su hijo: «yo jugaba bien a tenis, pero no lo suficiente como para disputar torneos, y un amigo me llamó para jugar a pádel. Nunca lo dejé. Y ahora vienes tú conmigo».
Mi amigo seguía explicándole a su hijo que «de momento la edad para empezar a jugar a pádel está muy enfocada a personas ya mayores. Pero gracias a vosotros ya hay muchos niños que no se convierten al pádel, sino que es su primer deporte.» El siguiente paso como elemento integrador va a ser enseñarle las bondades de nuestro juego a los chavales que no tengan otra salida. En ciertos barrios o sociedades pobres va a significar integración y reorientación como en el pasado ha sido el boxeo o el balompié.
«Hijo, después del fútbol somos el deporte más practicado en nuestro país. Y ahora estamos invadiendo otros países, en muchos lugares del mundo.»
«Cuando seas mayor te darás cuenta de que practicar un deporte es algo que se hace para ser feliz, no para ganar.» Y yo me quedé pensando en lo que me decía mi amigo. La verdad es que cuando dejas atrás la testosterona juvenil te queda el disfrutar de esos ratos con tus seres queridos. Sin agobios, sin aparentar, sólo vivir la vida.
Para los que ya no salimos de fiesta hasta la madrugada, el pádel es nuestro refugio. Ese oasis de tranquilidad con o sin pareja. Donde puedes evadirte del trabajo, del gobierno, de tu estrés diario…y ser feliz.
Si mi hijo Erik me pregunta algún día «papá, ¿por qué somos del pádel?» le diré, simplemente, porque nos hace felices.