Paula Josemaría se sincera, cuenta que lo ha pasado mal, y ha visto con verdadera envidia como otras jugadoras empezaban a entrenar y ella tenía que seguir realizando ejercicios de mantenimiento al residir en Barcelona y no pasar a la fase 1.
No fue plato de buen gusto, como confiesa, ver a sus amigas de Cáceres entrenar y a los clubes extremeños prepararse para la nueva normalidad mientras ella, que vive en Barcelona (fase 0 y ahora 1), solo podía realizar ejercicios en casa, sin poder empuñar una pala. Envidia, pero también incomprensión en la palista moralejana, una de las mejores del mundo en un universo pádel, en el que ha protagonizado un ascenso meteórico en menos de dos años. Y es que en su opinión era un sinsentido que deportes de contacto como el fútbol o el baloncesto avancen al ritmo que superamos la pandemia de la COVID-19 y el suyo estuviera paralizado hasta esta semana, cuando el Gobierno rectificó para permitir el juego en parejas.
En realidad, sonaba casi a broma que los responsables sanitarios dieran luz verde a los entrenamientos ‘individuales’, como si se tratara de tenis. Es evidente que no han decidido al respecto grandes conocedores de un deporte que no mueve tanto dinero como el fútbol pero que tiene detrás una legión de practicantes amateurs. Fue precisamente la presión efectuada desde otras disciplinas con problemática casi idéntica como el tenis la que ha ejercido de palanca para solventar una situación tan difícil de entender como injusta. Una pista de pádel cuenta con unos 200 metros cuadrados para cuatro jugadores. En esa misma extensión caben unas 60 personas en modo terraza. Y todos hemos visto algunas imágenes de playas, zonas turísticas o no tan turísticas donde el peligro de contagio era flagrante.
Dinamita para parar un tren
«Lo que ha pasado con nosotros en el fútbol no ocurriría, pero no movemos tanto dinero», dice Paula Josemaría
Diario Hoy
‘Paulita Dinamita’, como la conocen en su gremio, empieza a respirar aliviada con la postura del CSD que le posibilita regresar a sus rutinas. Este lunes volvió a un entrenamiento pala en mano, algo que no hacía desde hace más de 60 días. «Nunca he estado tanto tiempo sin tocar una, así que hoy estoy muy contenta, aunque me daba envidia hablar con amigas de Cáceres, que podían entrenar en individual en sus clubes y yo, que soy profesional, no podía hacerlo», dice. «Cuatro personas en una pista casi sin contacto, no como en otros deportes, y ver cómo estaban las terrazas, era un poco inexplicable, la verdad. La mala suerte que tenemos nosotros es que no podemos compararnos con deportes como el fútbol, que mueven mucho dinero y eso les impulsa y no les ocurriría lo que a nosotros, y eso que hay mucha gente que lo practica. Por eso el CSD se ha dado cuenta y es bueno porque podrán abrir los clubes. El deporte profesional va de la mano del no profesional. Es bueno también para las marcas y patrocinadores, porque aunque estés en la élite no ganas demasiado dinero en los torneos, por ahora», continúa.
Reconoce que volver a empuñar su ‘arma’ preferida le ha costado después de tanta inactividad, porque no se siente lo mismo ni se hacen los mismos gestos que en el entrenamiento meramente físico, si bien es un obstáculo extensible a todos los deportes. «Se nota mucho no haber entrenado en pista en más de dos meses, los gestos no tienen nada que ver, y ahora hay que tener mucho cuidado con las lesiones, debemos hacer una especie de pretemporada», confiesa Josemaría antes de añadir su deseo de que este parón no le frene su espectacular progresión ni la del pádel en general. «Estoy deseando competir. Yo seguiré mejorando y con ilusión».