En el anterior artículo planteábamos el escenario de “la vuelta al cole” que nos íbamos a encontrar. Además de las miles de lesiones que se nos vienen encima debido a tres meses de inactividad en pistas, sumamos también la posibilidad de que una condición “sine qua non” para volver a tener pádel de competición sea en pabellones vacíos, sin público.
Esta opción no es tan descabellada si encima tenemos en cuenta que la mayoría de deportes van a tener que pasar por el aro y se quedarán, por el momento, sin asistencia de público en las gradas. ¿Por qué el pádel tiene que ser diferente? Por una sencilla razón: sin público no es sostenible.
Por eso una de las medidas que planteamos es la inclusión de una plataforma que compre los derechos de pay per view del WPT y garantice un flujo económico que sustituya la caja recaudada por ticketing en dicho torneo. Si ponemos un ejemplo de una cuota de 15 euros mensuales como hace DAZN con las motos y tenemos como referencia última unos 3 millones de visualizaciones de la etapa en Marbella, podríamos contar (en caso de que al menos la tercera parte de seguidores acceda a pagar por ver) con 1 millón de pagos, o lo que es lo mismo, 15 millones de euros disponibles para jugadores, entrenadores, árbitros, marcas, personal adyacente, etc. Eso sin contar con la inyección económica de espacios publicitarios televisivos, y de una audiencia aún mayor debido al confinamiento y a la imposibilidad de asistir en persona a los eventos.
Dicho esto, ojalá no tengamos que vernos en esa circunstancia y encuentren una vacuna, traje protector o fumigación masiva en nube a la entrada del pabellón y podamos disfrutar de la magia del pádel en la pista, pero mientras tanto y siguiendo siempre los consejos de Sanidad, habría que barajar la opción de pago como una salida rápida y accesible a casi cualquier bolsillo para meternos en vena el mejor pádel mundo que, recordemos, lo tenemos en nuestro país.
Al fin y al cabo, quién no pagaría el precio de una americana para ver en acción de nuevo a los Paquito, Lebrón, Sanyo, Bela, Marta, Martita, Gemma o Alejandra…