La temporada 2020 estaba destinada a ser la del gran salto internacional del pádel. Ni tan siquiera el COVID-19 podrá impedirlo.
De aquella pista de tenis, reconvertida en improvisada pista de pádel en México, allá por 1978, hasta 2020, año en el que WPT lanza una espectacular campaña publicitaria en inglés para conquistar nuevos mercados padelísticos, han cambiado muchas cosas.
En un artículo anterior hablábamos de la expectacular progresión del pádel en España, de la mano de los profesionales argentinos que tan buen trabajo han realizado promocionando y enseñando este deporte por nuestro país. Decíamos que se ha pasado en diez años de unos treinta mil federados a casi ochenta mil, igualando a todo un gigante como el tenis.
Siempre me he preguntado por qué un deporte como el pádel no ha triunfado en Europa continental, ya que la posibilidad de jugar «indoor» y de construir muchas pistas en poco espacio, son una alternativa perfecta para competir con otros deportes. Otros factores como su facilidad para la iniciación -con muy poca técnica se puede disfrutar del juego-, y que no exige estar en forma física, lo convierten en ideal para prácticar por jugadores senior, no en vano la mayoría de licencias federativas en pádel corresponden a jugadores con más de 40 años.
Estas cuestiones y la espectacularidad del pádel profesional, lo convierten en un producto con grandes posibilidades de expansión a otros mercados. En efecto, la única forma de crecer con solidez es la de llevar el deporte de la pala y el cristal a otros países. Sin embargo, este proceso es lento y progresivo, ya que para aficionar, primero hay que trabajar la cantera, formar a entrenadores y técnicos, construir instalaciones etc. Todo este proceso, que hemos visto en España en los últimos veinte años, podría acelerarse en otros países, ya que se tiene la experiencia y los medios para hacerlo.
El pádel ha protagonizado en los últimos años un crecimiento continuado. Se juega ya en los cinco continentes, con pistas en países como Venezuela, Senegal, Japón, China, Suecia, Finlandia o Australia. Un horizonte halagüeño que esconde tras de sí un mercado en expansión. Y para medir este crecimiento basta con ver que el número de países, por ejemplo, que han estado representados en el World Pádel Tour (WPT), el circuito mundial: 25 países representados por otros tantos padelistas en fases previas y cuadros finales de los distintos torneos puntuables.
Aunque la mayor parte de las pistas de pádel se concentran en España y Argentina –las dos mecas de este deporte– hay ya hasta 57 países donde se puede jugar al deporte de la pala en el mundo.