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Una magnífica oportunidad perdida hemos tenido este lunes con motivo del Día del Orgullo.
Que conste que no quiero hacer política de esto, nada más lejos de mi pensamiento. Pero no es menos cierto que, cada vez más, nuestros ídolos en WPT son más populares en todo el mundo.
No soy gay, ni tengo que serlo para reivindicar que quiero un mundo mejor para mis hijos (hijo e hija). Un lugar donde ellos puedan decidir a quien amar sin que nadie les recrimine su actitud.
Me he pasado todo el día (como el resto de las siguientes cuatro semanas) trabajando en un nuevo proyecto sobre pádel que quizá os pueda avanzar al final de verano. Pero como ya es costumbre, tengo el móvil cerca y voy ojeando instagram.
Ni qué decir tiene que mis perfiles favoritos son de pádel, fútbol o poker. Mis tres hobbies preferidos en los cuales he hecho mis pinitos sin llegar a destacar demasiado. Pero no por eso dejan de ser mi predilección a la hora de desconectar del trabajo.
Cual fue mi sorpresa cuando vi el logo de WPT decorado con una bandera arcoíris. Sorpresa grata, me dije. La organización más representativa de mi deporte se alinea con los derechos de las personas que eligen amar dentro de su mismo sexo.
No estoy a favor de que las entidades tomen partido en la política. Pero es que esto no es política señores y señoras. Al igual que no lo es el querer que todas las personas sean tratadas de igual manera sin importar el color de su piel.
A estas alturas de la película humana todos los partidos políticos deberían incluir estas bases en sus panfletos. No nos sorprende que los países «civilizados» aboguen por respetar los Derechos Humanos.
En eso consiste la evolución.
Y lo digo con todo el respeto para quienes no están a favor de la libertad sexual, o llamadlo como queráis. Para nada es mi intención obligar a nadie a comulgar con mis ruedas de molino.
Y tampoco querría discriminar o menospreciar al que crea que el matrimonio debe ser única y exclusivamente entre hombre y mujer. Siempre que respeten a los demás…cada cual que elija a quien le aguante.
Dicho esto, sólo he visto un jugador y dos jugadoras de primer nivel que han mostrado su apoyo en este Día. Que me perdonen si me dejo a alguien más. De hecho no quiero decir ni sus nombres.
No quiero decir sus nombres, precisamente, para no discriminar a todos y todas las demás.
Y quiero pensar que algún jugador gay, que lo habrá, y algunas jugadoras lesbianas, que las hay, han obviado esta oportunidad de ser referentes simplemente para normalizar la situación.
No tienes que reivindicar nada si no te sientes oprimido. Al menos así me siento yo. Repito, esto es una opinión personal.
Pero de lo que no me cabe duda es de que hay muchos chavales y chavalas que se miran en el espejo del pádel. Los valores que transmiten los cracks como Belasteguín, Galán, Ari o Gemma son indiscutibles.
Esfuerzo, superación, cuidados físicos y psicológicos, mentalidad ganadora, apoyo al compañero, solidaridad con las causas de los más desfavorecidos…los niños y las niñas os miran. Y aprenden.
Siempre he defendido que la normalidad es lo que hará olvidar al discriminador. Que la proximidad (tener a un amigo, familiar, compañera de trabajo) nos hará ver que no hay nada malo en amar a otra persona con la misma barba o las mismas tetas que tienes tú.
Amar es amar. Y no puede haber nada malo en esa palabra si se emplea bien.
No sé si tardaremos un año más, o cien, pero me gustaría que las generaciones que vienen detrás nuestro se encuentren un panorama distinto. En mi ciudad, Barcelona, llevamos diez agresiones homófobas en este mes. Y ningún detenido.
Estas cosas siguen pasando y no podemos mirar hacia otro lado.
Si tú eres uno/a de los jugadores/as de WPT y me estás leyendo, que sepas que tendrás al menos un apoyo desde mi pequeño rincón de opinión.
Ojalá el año que viene no tenga que sentir que hoy teníamos una magnífica oportunidad y que fue perdida.
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