Salvo que hablemos de su modalidad individual, es bien conocido por todos que el pádel es un deporte que se practica habitualmente en pareja. Del mismo modo, tenemos claro que es un deporte de equipo, más concretamente englobado en la categoría de cooperación-oposición. Pero seamos sinceros… ¿Sabemos realmente qué significa ser un equipo y todo lo que ello implica?
LA PAREJA DE PÁDEL: UNA UNIDAD FASCINANTE
Tanto para profesionales como para aficionados, el carácter dinámico de las parejas es, como poco, una de las grandes “salsillas” del mundo del WPT.
Y resulta fácil entender el porqué: por su naturaleza en pareja, existen pocos deportes en los que el rendimiento de un deportista se vea afectado según el grupo en el que se encuentre con tanta intensidad como ocurre en el pádel.
La valoración de una pareja es triple ya que, por un lado, tenemos el rendimiento del jugador A, por otro el del jugador B y finalmente el más interesante de todos: el que se produce al combinar ambos.
No hay duda de que esta receta casi alquímica es uno de los factores más magnéticos del deporte de pala. Y esto, sin contar en la ecuación con los otros tres rendimientos deportivos de la pareja contrincante…
La relación de una pareja de pádel profesional de alto rendimiento se basa en el compañerismo. Pero como ya lo señalaba a la perfección ese orgullo nacional de psicólogo deportivo que tenemos llamado Óscar Lorenzo, en ocasiones pesan más aún los resultados, lo que en no pocas ocasiones desemboca en la ruptura de la pareja.
Aunque las exigencias no sean para nada comparativas, hablemos del nivel de pádel que hablemos, hemos de ser realistas: no es muy frecuente que topemos a la primera con una pareja perfectamente compatible con nuestro perfil deportivo y psicológico, sea por h o sea por b.
De hecho, vayamos más lejos: aun suponiendo que encontrásemos a una que se ajustase como un guante a nuestro juego, tendríamos que poner de nuestra parte para crecer juntos y para que la dinámica no se estancase y malograse.
Sabemos lo que estás pensando y sí, has acertado: en el pádel ocurre exactamente lo mismo que en el amor o en otras relaciones sociales. ¿Casualidad? A saber, pero si hay algo que está claro es que son los grupos y su forma de proceder los que marcan la auténtica diferencia de resultados.
¿QUÉ ES UN GRUPO?
Existe una rama dentro de la psicología social conocida como psicología de los grupos cuyo objeto de estudio es entender cómo y por qué se forman los grupos humanos, qué fases tienden a atravesar y de qué elementos se componen.
Es una disciplina fascinante que tiene repercusión (¡y mucha!) en el mundo del deporte, siendo el pádel un caso destacado por sus altas demandas psicológicas.
Hay multitud de teorías en la psicología de los grupos y ya os aclaramos que sería tarea imposible desarrollarlas todas aquí en Analistas Pádel. Pero para profundizar en lo que significa ser un equipo en pádel antes tenemos que hablar de lo que significa ser un grupo.
Un grupo es un conjunto de individuos que forman una unidad social y reúnen principalmente estos tres criterios característicos:
CRITERIO DE IDENTIDAD:
Los miembros se reconocen a sí mismos como pertenecientes al grupo y desarrollan una identidad propia que los diferencia del resto.
Poseeremos identidad de grupo junto a nuestra pareja cuando ambos seamos conscientes de que conformamos un colectivo con fines y medios que van más allá de sus individualidades aisladas.
CRITERIO DE ESTRUCTURA SOCIAL:
Los miembros se organizan y establecen en torno a unos roles, estatus, normas y valores que determinan el tipo de unidad que conforman y su forma de proceder.
Todos estos factores contribuyen a la cohesión grupal. Digamos que este criterio marca los límites del funcionamiento interno del grupo.
CRITERIO DE INTERDEPENDENCIA:
Los miembros se agrupan y cooperan entre sí para alcanzar la consecución de unos objetivos comunes, afines.
Con tal propósito, llevan a cabo la adquisición y/o desarrollo de los conocimientos, habilidades y competencias necesarios para acometer una actividad determinada. ¡Hablamos del pádel, claro está!
De acuerdo, ya sabemos de forma básica lo que es un grupo. Siempre y cuando la pareja sienta que cumple con estos criterios podemos denominarla grupo.
Y tranquilos; es prácticamente cuestión de tiempo acabar siéndolo con nuestra pareja de pádel. La cosa es, ¿por qué conformarse sólo con eso pudiendo ser además un equipo?
¿QUÉ ES UN EQUIPO?
Sea el contexto que sea, hoy en día oímos continuamente la expresión “trabajar en equipo” pero no sucede lo mismo con “trabajar en grupo”.
Es más: si vemos jugar a las campeonas Gemma Triay y a Lucía Sainz no se nos pasaría por la cabeza decir “qué buen grupo hacen”, sino “qué buen equipo hacen”.
Resulta evidente que si comparamos ambos términos, “equipo” tiene una connotación más positiva que “grupo” pero, ¿a qué se debe esto?
Los responsables de esta separación han sido la psicología del trabajo y las organizaciones y la misma sociedad, grosso modo. Hay “algo” difícil de explicar con palabras que separa a los equipos del resto de grupos. Y sin embargo, cuando estamos delante de un equipo, nos percatamos de ello en seguida.
Técnicamente hablando, podemos decir que un equipo es un tipo específico de grupo que obedece a los mismos criterios grupales que hemos explicado antes pero con una serie de matices.
El psicólogo deportivo cobra especial protagonismo en este punto porque su labor es fundamental a la hora de crear unos cimientos sólidos para la cristalización de un equipo, para garantizar su mantenimiento y para sacar el máximo potencial de la pareja.
RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LOS EQUIPOS
PERTENENCIA:
Este sentimiento conlleva un mayor compromiso emocional y ético que en el caso del resto de grupos.
IDENTIDAD:
La individualidad y los egos de los jugadores se ven sustituidos por la identidad unitaria del equipo.
OBJETIVOS:
Los objetivos son autoimpuestos por los miembros y absolutamente entendidos como asuntos del colectivo, sin lugar para intereses ni metas individuales. Lo mismo ocurre con los resultados.
ROLES, ESTATUS Y POSICIÓN GRUPAL:
Consensuados, asumidos y respetados en función de cómo de bien se combinan las habilidades y capacidades físicas, psicológicas, tácticas y técnicas de los miembros. Los componentes de los equipos están mucho más especializados que en el resto de grupos. Cada miembro de la pareja conoce con detalle su papel y el de su compañero para integrarse y complementarse de la forma más eficaz posible.
CONFIANZA
Es mutua y se encuentra en un delicado equilibrio: el equipo debe comportarse con profesionalidad pero sus miembros también deben mantener una relación cercana y de apoyo.
COMUNICACIÓN
Caracterizada por su fluidez y calidad. Es el recurso primordial a través del que se establecen los equipos y por tanto también por el que se mantienen… o se echan a perder.
Saber compenetrarse es un aspecto clave en el pádel y aunque a veces la “química” no surge con determinadas parejas, la comunicación es una habilidad que siempre puede aprenderse y dominarse.
GESTIÓN EMOCIONAL
Ya sea dirigida a nuestro compañero o a la pareja en su conjunto. En el artículo de la semana que viene precisamente abordaremos el contagio emocional en pareja, ¡así que no queremos haceros spoilers!
SER UN EQUIPO EN PAREJA
Las distinciones en los rasgos previamente comentados sirven para desarrollar el concepto de equipo más allá del de grupo. Con todo, hemos dejado para el final la esencia de lo que consideramos que significa ser un equipo.
Ser un equipo es una cuestión de mentalidad. Es una concepción concreta de grupo por la cual sus miembros crean algo que es más que la suma de sus partes, que vive, respira y se comporta de un modo propio, único e irrepetible.
Pertenecer a un equipo implica un compromiso por el que se anteponen los objetivos colectivos ante todo. Significa disfrutar y sufrir, pero sobre todo compartir con nuestro compañero y confiar en él.
Supone saber cuándo tenemos que ser rígidos y cuándo tenemos que ser flexibles no por nuestro propio beneficio, sino por el del equipo mismo.
Nos identificamos con él, con sus valores, con sus normas, con los roles y estatus que lo definen y vemos parte de él reflejado en nosotros, porque, no en vano, somos responsables de su dinámica.
¿Recordáis la comparación del principio entre el pádel y el amor? Pensemos en el equipo como en un matrimonio. Como tal, será fuente de múltiples alegrías y (no queremos engañar a nadie) algún que otro disgusto.
Si queremos tener un vínculo con una dinámica sana y eficaz, hay que establecerlo, mantenerlo y potenciarlo constantemente. Tenemos que esforzarnos por el bien del equipo.
En el ámbito deportivo hay una constante y justificada ambición por mejorar individualmente a nivel físico, psicológico, técnico y táctico. Sin embargo, a la hora de superarse en deportes de equipo, ser un buen jugador ayuda, pero ni basta ni es suficiente.
Si añadimos a esta cuestión sus particulares demandas, no exageramos cuando decimos que en el pádel el juego en equipo lo es prácticamente todo.
Nos despedimos por esta semana y os invitamos a la reflexión: ¿y si cambiamos el paradigma y comenzamos a invertir menos tiempo en intentar ser mejores jugadores y comenzamos a trabajar para ser el mejor compañero posible para nuestra pareja?
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