En este caso quiero escribir sobre este tema, un tanto tabú, en el deporte en general. No sólo queremos mostrar nuestro apoyo, sino que, en cierta manera, dar visibilidad.
Como suele ser habitual ya en estos últimos tiempos que nos tocan vivir, la mujer nos lleva la delantera. El mundo del pádel femenino es abanderado en parejas en la pista y fuera de ella. El máximo ejemplo son Eli y Patty, que demuestran su buen hacer en redes sociales compartiendo momentos personales y de trabajo.
Casadas hace dos años, son emblema de sacrificio en la competición más dura de este deporte, el WPT. Pero además son estandarte de valores y de derechos sociales como fue el reivindicar su amor y hacerlo público. Lo que todos conocemos como «salir del armario». Una taquilla, en este caso, estrecha y de hierro oxidado porque en el circuito masculino no se dan ejemplos así.
Repito que con estas líneas queremos dar cabida a algo que aún sigue un tanto estigmatizado por la sociedad. Parejas del mismo sexo que se unen en la pista y que siguen juntas fuera de ella.
Todos sabemos del tirón mediático del pádel en España. Muchos niños y niñas tienen a ídolos como Paquito Navarro o Marta Marrero ya por encima de futbolistas o tenistas. Estos jugadores son claro ejemplo a seguir para miles de jóvenes fans. En esto también hay un buen motivo para seguir su estela y reivindicar sin quererlo el derecho de pensar y sentir como más nos guste.
Y sobre todo, con quien más nos guste.
No están solas. Gemma y Lucía son pareja número 1 en la clasificación más alta de WPT. Sin duda son un referente para las féminas de este país. Sus caras son cada vez más reconocidas y sus ventas por merchandising las sitúan en las más valoradas en el ranking femenino. No es por casualidad. Han demostrado que se puede llegar a la cima desde abajo.
Su complicidad en el día a día proyecta un cariño especial no sólo en los partidos sino en todo lo que hacen juntas. Los retos y bromas mostradas en la cuarentena, compartiendo confinamiento, muestran una conexión que tendría que servirnos para adorarlas más si cabe.
Aunque tengamos constancia de parejas masculinas, no hay jugador que, públicamente, haya querido mostrar o reivindicar a su pareja del mismo sexo. No sabemos si por simple opción (del todo respetable) o por vergüenza del qué dirán. El circuito masculino parece que sigue atascado en los años 70.
Nos preguntamos el porqué de esta situación. ¿No estamos lo suficientemente libres de ataduras en España? ¿Quizá el deporte no es una buena herramienta para liberar mentes? ¿Nos faltan ejemplos a seguir? ¿No tenemos referencias en otros deportes?
Creemos profundamente que el pádel, al igual que el deporte en general, es una puerta abierta de integración y solidaridad. De ahí que nos veamos capacitados para hablar de la homosexualidad en el mundo del pádel sin ningún tipo de pudor. La autocensura (lo vemos en las redes sociales) es uno de los peores daños colaterales que nos va a traer el siglo XXI.
Desde AnalistasPadel abogamos por una libertad en todos los escenarios de la vida y, como no, en nuestro deporte.