EL reino del pádel en las dos últimas décadas -casi todo el S XXI- ha tenido un monarca absoluto, el gran Fernando Belasteguín, sin embargo su mandato toca a su fin, y el gran sucesor a la corona real puede ser un talentoso sevillano, de nombre Francisco.
En la Edad Media en los reinos franceses, a la muerte del rey se solía aclamar rápidamente por un coro de cortesanos el nombre del nuevo monarca, el sucesor del trono. Ello con la intención de evitar uno de los mayores peligros que acechan a todo gobernante: el vacío de poder, con las consecuencias de falta de vasallaje, desorden, caos y derrumbe del imperio.
En el reino particular del pádel, el imperio WPT ha estado gobernado de modo tiránico, despótico y absolutista por el más grande de los jugadores de la historia, el pehuajense Fernando Belasteguín. Sin embargo, a sus 41 años ha empezado ya a dar síntomas que demuestran la finalización de su mandato. Pero este universo padelístico, cada vez con más subditos, admiradores y fieles, necesita que ese vacío sea llenado de inmediato por otro rey que ocupe su lugar.
La pasada temporada 2019 alumbró una pareja de una pujanza, ambición y clase que admiró a propios y extraños, la formada por la dupla andaluza Paquito Navarro y Juan Lebrón, con la consecución del número uno por este último. Pero el inicio de la temporada 2020 nos deparó la ya conocida separación de la pareja con más victorias del curso pasado. Por tanto hay que repartir el papel de actor principal en la presente temporada. El «boss» Bela ya no se prevé que pueda renovar laureles, y todo aficionado que se precie, en este período de reflexión obligada por la cuarentena, se hace una pregunta, ¿quien será el sucesor al trono del argentino?
Nosotros contestamos rápido y directo, el sucesor inmediato en esta próxima temporada será Paquito Navarro. No por haber ganado «in extremis» el último -y único- torneo disputado este año, sino por una serie de cuestiones de fondo y forma, que a continuación analizamos, y que le hacen ser el candidato perfecto para ese lugar de honor.
En primer lugar por su madurez. Ya ha pasado esa primera fase en la que era un jugador temperamental y vehemente, donde primaba la pegada y el espectáculo, por encima de la efectividad y el tacticismo. De hecho cada vez intenta sacar menos bolas por tres metros -punto muy vistoso y aplaudido, pero también muy vigilado y recuperable por los rivales-. Su juego se ha vuelto sobrio y cadencioso, un metrónomo del juego que sabe manejar las velocidades y tiempos del partido de manera magistral.
Esa madurez se refleja en el aspecto anímico y mental. Son ya pocas las ocasiones en las que el sevillano se enzarza en discusiones triviales, y solo protesta o se va del partido cuando su compañero le arrastra a ello, o bien por motivos muy justificados y puntuales. Todo ello se refleja en su lenguaje corporal, que es el mejor termómetro en un deportista para demostrar su buena actitud en una competición, es decir, su manera de estar y afrontar los partidos; como gesticula, se mueve en la pista, si anima a su compañero etc. En definitiva mantener la concentración y el necesario talante positivo para practicar una de las grandes virtudes que tanto nos ha enseñado D. Toni Nadal en su magnífico libro «Todo se puede entrenar», el valor de la resiliencia, o la capacidad de sobreponerse a las adversidades en circunstancias de máxima dificultad.
Por último, su conocimiento del juego y de los rivales. Ya suma diez temporadas en el circuito WPT y eso es un factor determinante a la hora de tomar decisiones acertadas en cada momento del juego. Se sabe dominador y superior a la mayoría, conoce los defectos de los rivales, y los más importante, sus limitaciones y puntos débiles. Todo ello sumado a unas capacidades innatas por todos los aficionados conocidas.
Y un factor adicional pero no menos importante, su pareja de baile para este ejercicio, Pablo Lima, lo que nos hace sospechar que va a tener mucha más serenidad, experiencia y protagonismo que el año pasado. También la recuperación de un entrenador serio y experimentado como Ramiro Choya.
En cuanto a los aspirantes al cetro mundial del hispalense, no hay sin duda que despreciar a ninguno de los nombres del circuito, ya que la igualdad y las excelsas virtudes de jugadores como Lebron, Sanyo o Galán van a poner en jaque ese pretendido liderazgo del «Huracán del barrio de los Remedios».
Que pronto comience el espectáculo, «alea iacta est».