Con la segunda ola existe un peligro de cierre inminente de clubs de pádel. Sobre todo en Cataluña, donde llevamos dos semanas sin restauración. Además ahora se une el cierre de actividad deportiva y extraescolar.
«El deporte es un servicio esencial, somos parte de la solución». Así reza la campaña de la UFEC (Unión de Federaciones Deportivas Catalanas). Y es que, señores, no somos el problema.
Todos estamos de acuerdo en que existe una pandemia mundial que, no habiendo sido gestionada de la mejor manera, nos está matando. A algunos literalmente. A otros, estrangulando su economía hasta límites insostenibles.
Al virus había que combatirlo con distancia de seguridad, mascarilla para no dejar margen a la propagación y limpieza de manos. Eso nos dijeron. Aunque también nos aseguraron que no habría casi contagios en España. Que no se propagaría con las altas temperaturas. Que los niños no estarían expuestos.
Vimos en grandes titulares: «Hemos vencido al virus. Vivamos la nueva normalidad». Todo eso supuestamente avalado por un «Comité de Expertos».
Lamentablemente, esta época quedará en la memoria de nuestros hijos. Las mentiras nunca podrán borrarse de las hemerotecas. Pero, el legado en el mundo del pádel ha significado, de momento, cierre de torneos, cero público asistente y coma inducido a muchos clubs.
Hablo con dirigentes de clubs amigos, y están desesperados. Alquileres de 6000 euros mensuales no son sostenibles. Mientras tanto las ayudas van para asociaciones que defienden que Colón o Cervantes eran catalanes.
«No existe el pádel individual»
Claudio Dulce, del club Padel1 (donde es imagen Tito Allemandi) en Sabadell, me dice: «La decisión de afirmar que cuatro personas en una pista de pádel pueden contagiarse es errónea». «Ningún gobierno tiene derecho a quitarle la libertad de trabajar a nadie».
«En el primer confinamiento empezaron con la tontería del pádel individual. Eso no existe, el pádel es de cuatro». «Conozco gente que atendía a jugadores de manera clandestina».
«Esta segunda etapa va a ser peor porque no sabemos nada de lo que va a pasar». «Empiezan a quebrar los clubs, y sé que hay una larga lista por delante».
«Quizá esto limpie el mercado, puesto que hay una masificación, pero el estallido social que viene es el mayor temor que tengo».
Coincidimos en la charla en que, medios de transporte y colegios son el mayor punto de contagio ahora mismo. Al Estado le interesa facturar. Y la prueba está en que hacen pagar impuestos igualmente.
En el primer ERTE, había empresas que no podían acogerse a ayudas por no estar al día de todo. En este segundo cierre, tienes que pagar la Seguridad Social.
En Barcelona, un club recién nacido como es el Nick Club Padel Barcelona, se encuentra con una inversión altísima suspendida en el aire.
Hablo con la directora, Eulalia Huguet: «El sentimiento que tenemos es de injusticia, sobre todo viendo las imágenes de playas y parques llenos». «Toda esta gente tendría sitios seguros como los gimnasios y los clubs de pádel».
«Nosotros nos encargamos mejor que nadie de que estas medidas se cumplan a rajatabla». «Hemos tenido cero casos de contagios desde la vuelta a la actividad.»
«No nos dejan trabajar»
«Por más que hacemos no nos dejan trabajar.» Esa frase se me queda flotando en el despacho mientras escribo.
¿Por qué me da la sensación, de que en este país nos hemos acostumbrado igual a tener dirigentes inexpertos en sus materias que, a presumir de deportistas campeones de cualquier modalidad?
Nos vamos a otra zona. Carlos Giribert, de Maresme Padel Club, club donde entrena Aranza Osoro me cuenta que es «una especie de Deja Vú».
«Volvemos a pagar los mismos. Meten en el mismo saco a restaurantes, ocio, clubs de pádel…»
¿Parece que no hay distinción? – le pregunto a Carlos -. «Sí, mi opinión es que no son quince días de parón, esto va para largo, mínimo cuarenta y cinco días. Y es irremediable el cierre total de muchos negocios«.
«En nuestro sector no vamos a tener ayudas». Los ICOs no son ayudas, son endeudamiento. ¡A ver si se enteran los que mandan!
Según Giribert lo único que nos queda es «esperar a que todo pase, esto desanima mucho» y yo creo que lo que deberíamos tener son medidas esperanzadoras propuestas por los que nos dirigen.
Me queda mucha desazón al acabar este artículo. Aquí no es cuestión de mirarse el ombligo. No sólo de pádel vive el hombre, faltaría más. El problema está expandido, como un virus, nunca mejor dicho.
Me gustaría trasmitir un poco de ánimo, de fuerza, de apoyo. Seguiremos informando del pádel profesional y entreteniendo a tantos miles de lectores fieles como tenemos cada mes. Pero el peligro de cierre inminente de clubs de pádel es ya una realidad.